Los alumnos se congregaban alrededor del maestro Confucio, a punto de dictar cátedra...
490 A.C. Escuela de Management de Lu, capital del naciente imperio chino.
—Las artes de gobierno —comenzó Confucio— apuntan a guiar al pueblo. ¿Cómo debe tratar el líder a sus súbditos?
El Maestro prosiguió:—"El Gran Plan", un texto de un milenio de antigüedad, nos enseña las tres virtudes del liderazgo: reglas, firmeza y dulzura.
—Maestro, ¿cuál es la función de las reglas?
También debe haber funcionarios que auditen su cumplimiento. Sólo la obediencia a las normas es fuente de estabilidad. Nada puede dejarse librado al consejo tormentoso del azar. Las reglas deben establecer la compensación de cada puesto, las faltas por las que deben ser castigados los funcionarios y las penas correspondientes.
-No, Maestro —intervino Liu—. Pierden mucho tiempo y son poco productivos. ¿Cómo puedo enseñarles?
—Maestro, todo esto es muy complejo. ¿Podría resumir en una simple frase las virtudes que nos harán triunfar como gobernantes?
—Hablas con el ímpetu de la juventud, Huang. ¿Cómo esperas resumir tanta sabiduría en tan pocas palabras? Si insistes, te diré que hay dos virtudes centrales a dominar. Primero, la ética del liderazgo. Cuatrocientos años atrás, el sabio Kaou-yaou dijo: "El líder lleva el bien en su corazón". Si transitas la senda correcta, ¿qué seguidor viajará por el camino equivocado?
Y, por último, grábate esta frase en el corazón: si quieres gobernar a los demás, aprende primero a gobernarte a ti mismo
mailto:mredaccion@materiabiz.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario